Prueba Triumph Thruxton 900 - Regreso al pasado desde el presente
Hoy os traemos la prueba de la Triumph Thruxton 900, la moto cafe racer de Triumph y que te transporta a otros tiempos donde el motociclismo y los moteros eran de otra manera.
Una vez te subes en ella, regresas al pasado, a los años 60, pero con la tecnología y la fiabilidad del presente. Triumph quiso rendir un homenaje al trazado británico donde la marca de Hinckley consiguiera grandes victorias y a aquellos aguerridos moteros.
Pero esta vez hemos contado con un probador especial, nuestro buen amigo, Jose Ramón Moreno y que lleva «unos cuantos» kilómetros montado y viajando por el mundo sobre cualquier tipo de motocicleta. Quien mejor que él, que también tiene una «británica» en su garaje para contarnos las bondades de esta cafe racer atemporal, la Triumph Thruxton 900,
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Prueba de la Triumph Thruxton 900
Yo no soy de ciencias, tampoco es que fuera demasiado de letras, con esto quiero decir que no soy muy de datos técnicos, cifras de potencia, par motor… Soy de sensaciones, y de eso quiero hablaros, de las sensaciones que me producen las motos.
He conducido todo tipo de motos, y es que a mi, me gustan todas, las custom, las de maletas, las deportivas, las vespas…, nuestro parque móvil en casa es bastante exagerado, una FJR, una Commando, una Vespa Iris, una VTR250 y una Vespa GTS, no le hacemos ascos a nada.
Cuando desde www.mundomotero.com me preguntaron si quería ayudarles con las pruebas, no me lo pensé. No me siento un entendido en motos, pero me encanta conducirlas y se me ha puesto por delante la oportunidad de subirme en distintas motos y sobre todo, grabarlas, hacerlas fotos y hablar de ellas.
Para mi estreno, encontrarme con una Triumph Thruxton 900 estando en la fase final de la restauración de una Norton Commando de 1972, ha sido un adelanto de lo que me espera con la Norton, eso si… Con fiabilidad asegurada y sobre todo, con el cambio a la izquierda. Para subirse en esta moto, lo primero era buscar la indumentaria adecuada, aunque no sea la más recomendada… Pantalones vaqueros, zapas AllStars, casco Cromwell y chaqueta de cuero, en este caso, una chaqueta Triumph modelo Raven que amablemente Paloma Lence de Triumph España me facilito para la prueba.
La Thruxton es una moto de la que Carlos de Triumph España no tuvo mucho que explicarme a la hora de entregármela, la llave en el lateral izquierdo del faro, el bloqueo en la tija del chasis, la primera para abajo y el resto para arriba. Poco más, no tiene mucha más historia, electrónica, la justa y hasta sus relojes son básicos, muestran lo estrictamente necesario.
Una vez «equipados» llega la hora de sentarse y arrancar. La postura de conducción, es setentera, esta Triumph Thruxton 900 no desentonaría en las míticas carreras de los Tone Up Boys en el Ace Café (salvo porque no gotea aceite y es fiable). Manos delante y pies atrás. Nada más arrancar, se siente que su motor tiene fuerza, no es algo explosivo como una deportiva, pero es que no es su misión. Su misión es la de llevarte a tu destino disfrutando de su conducción y agradeciendo todas las miradas que recibe a su paso.
En las primeras curvas nada más salir a carretera comienzan los problemas, la moto no quiere que la metas en las curvas, y me subo el Puerto de Navacerrada peleándome con ella. Vale, es un tipo de moto que no estoy habituado a conducir… no puede ser ella, tiene que ser culpa mía.
Según voy circulando intento recordar las posturas de conducción que tantas veces he visto en viejas fotos de rockers y pienso que ha llegado la hora de pensar en modo clásico, esta moto no puedes intentar conducirla con las manos, los brazos estirados para llevar el cuerpo algo más erguido no es la opción buena.
Es el momento de flexionar brazos, agachar el cuerpo y dedicarse a tirar la moto en las curvas con el cuerpo… Y es en ese momento, en el que la Triumph Thruxton 900 decide que así sí, así podemos ser amigos y divertirnos juntos. Cambia su carácter y empieza a entrar en las curvas ágilmente. (Dentro de su concepto de agilidad) no podemos olvidar de que es una moto baja y larga.
El tramo de bajada de Cotos ya es otra cosa, las sensaciones ya no son de pelearse con ella pero tampoco se podría decir que vamos a grandes velocidades, cualquier deportiva de hoy en día nos dejaría clavados, pero la ventaja de esta «clásica» es que a velocidades legales las sensaciones y diversión son constantes, no necesitas exprimir el motor ni buscarle los límites al chasis para divertirte.
Ojo, la Triumph Thruxton 900 no es un cepo, dejándola correr y enlazando curvas se puede circular muy rápido con ella (lo suficiente como para hacer peligrar los puntos de tu carnet). Su freno delantero, de un solo disco, hace su trabajo correctamente al igual que su horquilla, seguramente habrá equipos más potentes, pero para esta moto, tampoco son necesarios.
El sonido del motor es redondo y de sus colas de escape con típica forma de trompeta sale ese sonido que te transporta al Ace Café, eso si, unas salidas más abiertas conseguirían un sonido más auténtico (aunque entonces rozaría la ilegalidad). En autovía, esta pequeña moto, demuestra que de pequeña solo tiene la altura, su motor te hace debatirte entre circular legalmente, o dejarte el cuello luchando contra el viento (o arriesgarte a que el helicóptero de la DGT te haga un monográfico) no voy a dar cifras de velocidad, pero si exprimes la Triumph Thruxton 900 y te pillan, seguramente pasaras la noche en el calabozo, cosas de ser un rebelde.
Mi sensación sobre la Thruxton 900 es clara, diversión absoluta, eso si, con sus reglas. No intentes que ella se adapte a tu forma de conducir, será una pelea perdida, como buena inglesa, ella siempre tiene razón y la forma de que todo vaya bien, es hacer las cosas a su manera:
Manos adelante, pies atrás, codos flexionados, tirarla con el cuerpo y un bonito casco abierto para sentir el aire en la cara. (Eso si, cuidado con tragarte algún mosquito)