Marc Márquez: un campeón con nombre propio, a la altura de los más grandes
Nunca, nadie, dijo que fuera fácil. Sin embargo, su inteligencia le ha permitido en Japón proclamarse por séptima vez en su carrera Campeón del Mundo. MotoGP le ha vuelto a ver brillar y Marc Márquez, el de los imposibles, continúa agrandando una historia, a la que todavía le queda mucho por escribir.
¿Dónde está el límite? ¿Cuál es el momento en el que ese ‘algo más’ se convierte en inalcanzable? La respuesta solo la tiene el tiempo. Y quién sabe si él. Un piloto que desde hace 25 años comenzó a escribir una leyenda que, por si sola, ha sido capaz de establecer su propio techo.
El del resto siempre le ha sabido a poco. Tanto, que ha sido capaz de tocarlo aún poniéndoselo lejos. Haciendo fácil lo que no lo era tanto, convirtiéndose, en la mayoría de ocasiones, en su único rival. Y no porque no los tuviese en pista. De hecho los tiene. Compite junto a los mejores del mundo e incluso de una historia que ahora, él, tiene en sus manos la posibilidad de reescribir.
No ha conocido de imposibles, nunca ha creído en ellos. Más bien, ha sido capaz de moverse junto a ellos, de jugar en una orilla con doble filo que le ha hecho brillar por encima del resto, alimentando un instinto al que ha renunciado, únicamente, cuando el peso de la realidad le ha obligado a hacerlo.
Oportunidad para crecer
Buscar el límite, jugar con él y exigirse al máximo en busca de algo que no existía en aquel momento, le llevó a encontrarse con una realidad de sabor amargo en 2015 que, sin embargo, le hizo crecer. Y también cambiar. Pero manteniendo la misma ambición que, tres años más tarde, le ha permitido encadenar su tercer título consecutivo en la clase reina.
21 de octubre de 2018. Motegi, Japón. Esta ha sido la fecha y el escenario que le ha visto conseguir una nueva gesta que le convierte en el hombre más rápido del planeta sobre dos ruedas. Esas, que le permiten volar, soñar y cumplir un sueño, que comenzó a escribirse bajo los focos de Qatar a finales de marzo.
La segunda posición que logró en aquel Gran Premio, podía ser motivo de esperanza en una temporada donde la curiosidad le hizo ser imparable. Y tuvo que fallar para comprenderlo. Y volver a aprender. Pero siempre sin abandonar su esencia, sin dejar de lado todo aquello en lo que él cree y le ha llevado a ser el piloto que se conoce a día de hoy. Un hombre, que llegó dentro del cuerpo de un niño en 2010.
Capítulo 9: final feliz
Ahí comenzó realmente la historia. Una historia que acaba de completar su noveno capítulo con un final feliz. Y además, tan feliz como importante. O por lo menos así lo reflejan los números. Esos, que le igualan con leyendas como la de Mick Doohan en la cifra de títulos conquistados en la máxima categoría: cinco.
Es el delirio de la casa. Desde Honda han encontrado a un filón que se ha convertido en la pieza más importante de un engranaje perfecto, en el que él es quien ejerce de líder frente a un grupo, al que llama familia. Unida y feliz. Algo idílico pero también real dentro de un garaje, que le hace sentir como en casa.
Es la joya de la corona. La sonrisa que también ha conseguido contagiar en la boca de los japoneses, convirtiéndose en la devoción de la casa después de hacerles saborear la gloria, de hacerles disfrutar de un diamante un bruto que, para su suerte, todavía tiene mucho que pulir.
Los siete títulos de Valentino Rossi son su siguiente objetivo. De quien tanto ha aprendido, a quien tanto ha soñado parecerse, ahora simplemente es, en su cabeza, un reto que puede dejar atrás. Y el alumno siempre supera al maestro. O al menos eso dicen.
Acaba de alcanzar el nivel 7. Por el momento, colecciona 69 victorias, 115 podios, 78 poles y 60 vueltas rápidas en un mundo, donde hay que respetar y admirar lo que está consiguiendo a base de talento, ilusión, ganas y ambición. Esa que siempre le ha hecho querer más. Más y más.
Volar sobre dos ruedas
Las alas bien abiertas y el cielo en sus manos, permitiéndose saborear la gloria a base de caprichos. Los que le han convertido en un genio sobre su moto. Los que le han salvado de deslizarse por un asfalto que le sigue viendo caer, pero siempre para seguir aprendiendo.
Su ADN no le permite quedarse con la duda del ‘qué hubiera pasado’. Nunca ha sido de esos a los que le gustan conformarse pero sí, de tener que aceptar tras luchar consigo mismo que, en ocasiones, no se puede ir más allá.
Se ha fortalecido, ha crecido y ha conseguido mantener toda la esencia de un depredador que, a pesar de haber cambiado, sigue siendo ese descubrimiento que llegó al Mundial bajo el nombre de Marc Márquez y que, en el futuro, puede terminar diciendo adiós siendo conocido como la leyenda que ya es a día de hoy.
Para 2019, el pequeño genio buscará la octava maravilla del mundo, su mundo. Ese, en el que la realidad le parece un sueño del que no quiere despertar. La nueva era ha comenzado y, a pesar de que un día el telón se bajará, él continúa viviendo a base de milésimas que se esconden en la épica de su puño dando gas.