¡Dejen en paz a los clásicos! Ése parece ser el grito de la mayoría de los fanáticos de cualquier cosa en esta era que tiene una reversión de todo. Pasa con las películas y sus paupérrimos remakes, con la ropa que tributa décadas que tuvieron una impronta propia y natural, con la arquitectura, con la música y, claro, con las motos.
El lanzamiento de la nueva Honda Hornet 750, después de varios años de ausencia en el mercado, ya generó controversia desde ese lugar. Sin embargo, no hay que perder de vista que estamos hablando de Honda. Y si la marca decidió continuar con la dinastía, alguna razón debe haber encontrado. ¿O se trata sólo de un simplismo?
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¿De qué se quejan los usuarios de siempre?
“Ésa no es una Hornet”. La frase se adivina fácilmente como comentario a publicaciones de esta moto en Internet. Su forma ya denota un acercamiento genérico a modelos actuales de la marca (a decir verdad, tiene casi el mismo diseño que la CB500). Cuando surgió, en 1998, su nombre respondió a su parecido con un avispón, insecto de cola robusta y levantada, traducido al inglés como…Hornet.
Esta coqueta naked súper potente se transformó en uno de los últimos íconos pre globalización total. Le debía su potencia a un motor de 4 cilindros de 599cc (heredado de la CBR600 de aquellos días), un elemento que también perdió en la nueva versión. Lo cambió por un 2 en línea coherente con el año 2022.
Debemos detenernos sobre este punto para realizar un análisis casi sociológico. En los últimos tiempos nos cansamos de recibir nakeds y trails de cilindrada media con esa configuración de propulsor. Sin embargo, como ya mencionamos y repetimos, esto se trata de un reclamo que hacían, en conjunto, el medio ambiente y la economía del planeta: menos emisiones, menos costos, más eficiencia. Insistimos hasta el paroxismo, también, con que en la actualidad la potencia se gana con otros recursos además de la alta cilindrada o el tamaño del motor.
Pero es lógico: no le hablemos de Euro 5 ni de eficiencia. En general, todos somos distintos y lidiamos con la nostalgia que los europeos o (ni hablar) los japoneses. Tenemos un lado conservador, por supuesto, pero no se indignan por cosas triviales. Mirar hacia delante y no hacia atrás sin olvidar la historia. Ésa es la cuestión. Y ahí es donde quizá encontremos la razón para la elección del nombre Hornet.
Cómo puede acoger el resto del mundo a la Hornet 750
Como dice una nonagenaria (y vigente) presentadora de TV, el público se renueva. Para las nuevas camadas de moteros (alguien nacido en el ’98 ya tiene 24 años) la Hornet es simplemente el nuevo producto de Honda. Y allá irá la generación YouTube a probarlo y analizarlo. Sentirá el nuevo propulsor de 750cc con 8 válvulas, los 92 CV a 9.500 rpm, el par de 75nm, la transmisión de 6 marchas con embrague anti-rebote, el ABS de doble canal, los tres modos de conducción y el interesante y completo display.
La opinión de estos jóvenes, despojados de la subjetividad del pasado, probablemente les abrirá la curiosidad para investigar la historia de la moto que montan. Del otro lado aparecen los pragmáticos, esos que definimos en las líneas anteriores: los que tuvieron la vieja Hornet y ahora comprarán la nueva. Así de simple, sin tanto análisis ni tango.
Una mirada al futuro
La estrategia de marketing de la marca japonesa, entonces, tiene un sentido lógico: la recaudación. A fin de cuentas, el único objetivo de una empresa. De hecho, ya se vislumbra el lanzamiento de la nueva Transalp (con el mismo motor que esta Hornet), a la que sólo se le reconocerá el nombre con respecto a la señora trail de fines de los ’80 y toda la década del ’90. Ahí podemos encontrarnos con un ejemplo claro de una moto que durante poco más de 10 años siguió siendo la misma, con las mejoras necesarias que el crecimiento de la tecnología obligaba.
La nueva Honda Hornet 750 es un producto nuevo con el nombre de un clásico. No es lo mismo Roberto padre que Roberto hijo. Sin embargo, esto no significa que Roberto hijo no pueda destacarse con rendimientos asombrosos. ¿Se entiende? Lo que sería bueno es que, de cuando en cuando, a las terminales se les caigan nuevas ideas y dejen descansar y envejecer bien a los clásicos, que tanto hicieron por esta industria.
